Santo Toribio de Astorga
Toribio nació en Galicia (según la tradición en Betanzos) en los primeros años del siglo V (aproximadamente en el año 402).
Su afán de combatir las herejías de la época y expandir la palabra de Dios, le convirtió en un viajero incansable.
El Emperador Constantino, que murió en el año 337, se había convertido al cristianismo pocos años antes y eso permitió que fuera la religión oficial del Imperio. Esa circunstancia propició que la madre del Emperador, Santa Elena, fuera en peregrinación a Jerusalén. Su viaje abrió nuevos horizontes en Occidente, de tal manera que muchos otros personajes quisieron emular a la madre del Emperador con el fin de sentir de cerca los lugares donde Jesús había muerto, sepultado y resucitado.
Así Toribio, un hombre ilustrado y virtuoso quien se embarcó en Betanzos y después de sortear las embravecidas aguas del Atlántico cruza el Mediterráneo y llega al puerto de Haifa para dirigirse luego a Jerusalén y los Santos Lugares.
Por sus grandes cualidades el Patriarca de Jerusalén, Juvenal, le encarga ocuparse de administrar la Iglesia del Santo Sepulcro, donde sirvió varios años siendo muy apreciado por su fervor y sabiduría.
Ello le valió que al regresar le donaran un gran trozo del Sagrado Leño encontrado por santa Elena y que se guardaba en dicha Iglesia. De regreso a su tierra, pasó por Roma y visitó al Papa León I. Su barco llegó a Avilés. De allí caminó hacia el Monsacro de Morcín y Santa Eulalia donde fundó una iglesia (hoy Santa Eulalia de Morcín).
Regresa a su tierra natal e interviene en un Sínodo que el Papa León I (San León Magno) mandó celebrar en las diócesis galaicas, concretamente en Braga en el año 443 y que Toribio presidió con los demás Obispos como Legado Papal.
Cinco años después, en el 448 fue nombrado Obispo de la Sede de Asturica Augusta (Astorga) donde mantuvo su prestigio de erudición y santidad durante los seis años que permaneció como Obispo.
Después de Astorga ocupó el Obispado de Tuy.
En el año 465 el Rey visigodo Teodorico envió un ejército hacia el noroeste hispano arrasando poblaciones importantes, destrozando, profanando y robando comunidades e iglesias obligando a multitud de cristianos a exiliarse a lugares más seguros para preservar su fe y su propia vida. Este hecho es el que obligó a Santo Toribio a tratar de refugiarse en su antigua diócesis de Astorga, pero no fue bien recibido, y de ahí viene la tradición “sacudirse el polvo de sus sandalias” al abandonar Astorga. Este episodio se recuerda en el denominado Crucero de Santo Toribio que hay a escasos kilómetros de Astorga, concretamente en el alto de Santo Justo de la Vega. (Pueblo que tiene como fiesta principal a Santo Toribio)
En el año 465 el Rey visigodo Teodorico envió un ejército hacia el noroeste hispano arrasando poblaciones importantes, destrozando, profanando y robando comunidades e iglesias obligando a multitud de cristianos a exiliarse a lugares más seguros para preservar su fe y su propia vida. Este hecho es el que obligó a Santo Toribio a tratar de refugiarse en su antigua diócesis de Astorga, pero no fue bien recibido, y de ahí viene la tradición “sacudirse el polvo de sus sandalias” al abandonar Astorga. Este episodio se recuerda en el denominado Crucero de Santo Toribio que hay a escasos kilómetros de Astorga, concretamente en el alto de Santo Justo de la Vega. (Pueblo que tiene como fiesta principal a Santo Toribio)
Finalmente después de haber cumplido santo Toribio las obligaciones de un buen pastor, descansó en paz. En el siglo VIII, por causa de la invasión de los moros fueron trasladadas sus reliquias, y las que trajo de Jesucristo, al monasterio de san Martín de Liébana que se llamó después san Toribio de Liébana.
De aquí se dirigió de nuevo a la zona asturiana que conocía, concretamente a Morcín, Riosa, Monsacro y La Granda. Allí permaneció con su comunidad hasta que ya sin riesgos de persecución pero con muchas penalidades consigue regresar a su antigua diócesis, donde murió en el año 476.
La tradición, tal como ya comentamos antes, nos dice que sus restos fueron llevados en el siglo X al Monasterio de Liébana junto con la mayor reliquia de la Cruz de Cristo ya que, en efecto, es este Monasterio quien tiene el privilegio de mostrar el trozo de la Vera Cruz más grande del mundo, incluidos los existentes en Jerusalén, Roma o París, pues tiene 63,5 cm de leño vertical, 39,3 de trasversal y un ancho entre 3,9 y 9,5 cm. (Algunas astillas de ese Lignum Crucis fueron sacadas para otros relicarios).
No hay comentarios:
Publicar un comentario